No hay carreras, hay caminos - Roberto Vega





Aprendi mucho trabajando con la gente. Cuando incorporo la línea de Paulo Freire en mis trabajos y me doy cuenta de que el verdadero eje está en el educando y no en el educador, cuando compruebo que la educación en general es una educación bancaria como él la llamaba, o sea el niño depósito de contenidos; una educación para nada horizontal, que desmerece los saberes que aporta el otro. Allí descubrí que el saber se construye, que yo aprendo de mi semejante y el semejante aprende de mí. Creo que es la mejor forma de construir un saber, o por lo menos a mí me sirvió para seguir creciendo.

Desde ese preciso momento comienzo a trabajar en un eje. Ese eje es: ¿cómo construir conocimiento desde el placer, desde un compromiso y desde una éti ca? Y es aquí donde aparece el juego teatral, que lógicamente se diferencia de los otros juegos porque siempre contiene un conflicto. En ese momento entra en escena el juego teatral, y lo hace como una herramienta que sirve para crecer como seres humanos, como personas, y de ayuda también para que crezca no solo nuestra comunicación, nuestra forma de expresamos sino también nues tros valores. Lo que antes se llamaba juego dramático yo lo comienzo a llamar juego teatral por la sencilla razón de que el drama puede contener al actor y no al espectador, en cambio el juego teatral también contiene al espectador, y uno construye conocimiento cuando se reflexiona sobre lo que hace el otro. Por ejemplo: si tengo un grupo de 30 alumnos y los subdivido en 5 grupos de seis alumnos para que cada grupo elabore un juego teatral, al momento de representarlo, los cuatro que están viendo al quinto grupo en acción, están no solo observando sino aprendiendo de los otros, de sus pares.

Pero para que esto sea posible es muy importante el rol del coordinador. Se requiere de un docente con un perfil creativo, democrático, con alas propias y una sólida autoestima, porque para promover la autoestima en otros y ayudar a los otros a desarrollar sus propias alas, primero debo desarrollarlo en mi. Todo esto permite generar un espacio de confianza donde cada uno pueda equivo carse para crecer, donde haya respeto mutuo, donde uno se pueda desarrollar y expresarse, está presente la autoestima y uno expresa lo que siente y piensa. En cambio de la otra manera uno utiliza un pensamiento especulativo, qué va a querer escuchar el otro de mí, qué va a querer ver el otro de mi; y es una forma de acomodar el bochin para quedar bien con el otro, ser aceptado y aprobado pero de esa forma desaparece el ser humano.

Lógicamente que para poder llegar a esto, creo que todo educador debe trabajar, no solo en los juegos teatrales sino en todas las áreas y disciplinas, desde la participación hacia la autonomía. Y acá estamos frente a una cuestión ideológica. Por lo general se trabaja desde la participación pero hacia la depen dencia, a depender de otro u otros, o de un sistema. Y esto lo vemos mucho en nuestra realidad nacional. ¡Cuántas veces confundimos paternalismo con democracia! En el paternalismo hay participación, pero otro decide por mi. La real democracia es participación con poder de decisión. Si yo quiero educar y formar seres autónomos tengo que partir de seres autónomos. ¿Pero el docente es un ser autónomo, tiene autoestima, tiene dignidad? ¿Cuáles son las metas y objetivos de su vida como docente y como persona? Porque si queremos hablar de educación, y acá caemos nuevamente en algo que es histórico en nuestro país, debemos pensar qué modelo de hombre, qué modelo de sociedad queremos para nuestros compatriotas. E irremediablemente comprobamos la carencia y, por ende, la necesidad de un proyecto de país, de Nación. Porque acá, discurseando son todos progresistas y maravillosos, pero a la hora de actuar terminan haciendo todo lo contrario, o lo harto conocido, más de lo mismo. El cambio es una experiencia que genera inseguridad a personas que, como nosotros, hemos sido educados para lo inmutable, lo estático, lo establecido. Hemos aprendido a temer, ocultar y negar nuestras necesidades.

El educador fue y es formado en la escuela de la coincidencia. La respuesta del alumno está dirigida a devolver el pensamiento del profesor esperando ser gratificado consecuentemente por dicha coincidencia. Buen alumno es buen rendimiento, respuesta adecuada a la pregunta, independientemente de si la respuesta es propia del alumno, o si la respuesta sirve para la vida.

El buen alumno es aquel que se rinde, aquel que salva la nota, como en una lucha el que se rinde salva la vida. En este caso el que se rinde pierde la vida. Temer a expresar lo que sienten por tener que acomodarse a la respuesta modelo para no ser desvalorizados por la corrección del docente. Una pedagogia del diálogo no humilla al alumno, le posibilita un espacio de dignidad. A veces los alumnos creativos y criticos, pueden ser considerados dificiles por algunos docentes.



Roberto Vega
Teatro y alfabetización en valores
Ediciones Circus - 2011

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